Cuarto vacio

Los días están soleados y que bien se sentiría si pudiera soreírles, los arboles escondieron sus raíces bajo la tierra, salieron las flores y que bien se sentiría poder cortarlas para regalártelas como cada domingo. Aún no es primavera pero ya se respira y cuanto extraño la maldita alergia y los pañuelos desechables. Los días pasan con un sabor distinto y siento que después de meses mis piernas se mueven y mi mentón se levanta de a poco para completar el circulo, para terminar la tarea, cerrar el cuaderno y descansar en una enorme cama que cada noche se siente mas vacía. Desterré las paredes manchadas de cólera y las ventanas ahora traslucen un futuro un poco mas claro y preciso aunque fue un trabajo agotador limpiarlas hasta ver a través de ellas. Ahora no tengo hogar, solo un cuarto solitario sediento de voces y risas, alegrías y desvelos, ansioso de que lo limpien de madrugada al ritmo de una música que no es la mía. Al parecer voy a tener que pegar esos recuerdos junto con el resto en las puertas del closet y vivirlos recostado con los ojos cerrados interrumpido solo por una maldita alarma exacta y estridente. Doce meses atrás no hacia frió y olía a comida, la vida se repartía por las habitaciones y no se remitía a una sola, alguien contestaba mis palabras, alguien me empujaba en la mañana ahora solo me balanceo hasta caer de la cama a caminar, a gastar aún mas mis zapatillas.