jueves, 6 de abril de 2006

Adiós a mis Brujas

Recuerdo que cuando supe la noticia por una parte me alegré y sentí un gran alivio, por la otra respiré profundo al pensar en lo que venía aun que nunca lo pensé tan catastrófico. El enemigo se había ido al fin y ya no había razón para dormir a sobresaltos, cuidarse las espaldas o cerrar la puerta con llave. Sabía que con esto y por ser el único del género en el hogar subiría un peldaño y me condecorarían. Pero había condecoraciones que yo no quería y poco duré en el marco de héroe y pase sin mucho esfuerzo a ser el villano. Es cierto, tengo edad suficiente para hacerme responsable de mil cosas pero creo que debería empezar por las mías. No puedo ser de la noche a la mañana un hijo, un padre, un hermano, un marido, un guardián, un chofer, un payaso y quien sabe cuantas cosas más. A veces pienso que a días de ver partir al enemigo debí abdicar yo también satisfecho de ser el segundo.

Ahora soy el malo, el que dejó botado el nido porque encontró otro mejor y se lo pasan maldiciendo mi nueva vida. “Lavado de cerebro” le dicen y no pierden oportunidad para transformarse en aves de rapiña que se lanzan en picada sobre mis restos pero como solo me estoy haciendo el muerto las espanto con mis gritos y se vuelven disimulando su vergüenza. Es que no tienen razón aunque lleven 20 años de ventaja o algo mas. Me molesta sentirme feliz y no poder compartirlo con las dulces personas que solían ser. Ahora son brujas malignas que lanzan conjuros secretos tras de la puerta y cada vez que les doy la espalda urden malévolos planes que nunca llevan a cabo. La acusan de secuestro, suplantación de identidad y la maldicen también sin darse cuenta que soy yo quien es culpable de todos los cargos pero al revés. Me explico. Antes solía ser otra persona pero ahora soy real, antes fingía mis sonrisas hasta partirme la cara pero hoy sonrío mas a menudo, que lastima que no estén para notarlo. Antes estaba para todos pero en cuanto comencé a preocuparme por mi y por ella comenzaron a silenciarse uno por uno. Poco me importa ya, cada vez que salgo me llevo un libro de la biblioteca y comienzo a escabullirme para no volver a entrar. Ahora hay otra persona que es mi oxigeno y lamento su infante su lactante forma de vivir. Tengo claro que no he sido el hijo perfecto y que tengo miles de fallas y miles de caídas pero creo que una persona se mide por la cantidad de veces que se pone de pie, esta es una de esas situaciones. Además ya tengo con quien celebrar mis éxitos y fracasos.

Lamento que las cosas terminaran así y sentir que cada día me alejo mas de ustedes mis queridas brujas pero les advierto que por mas conjuros que hagan no lograrán separarme de quien es ahora mi razón de vivir y morir para siempre.

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