Tangos y Taxis

Estoy a unas pocas horas de irme a un lugar lejano y la ansiedad me consume como niño en la fila del circo. Tengo escrito Watson en el dorso de mi mano para no olvidarme de lo prometido y los dedos congelados sobre el teclado después de minutos de atrapar la primera palabra que pase por el aire. Me interrumpe el msn a cada momento y se lleva las ideas con el, me he vuelto torpe y desaliñado entre el computador y el sueño. Arrinconado en mi departamento por las nubes negras que se colaron por el techo y distrayendo mi intelecto con cervezas y fútbol pasé los últimos días antes de estar en este lugar esperando subirme al bus para volar lejos por un rato.

Allá veré a los que quiero ver y dejaré de ver a los que no quiero. No estarán las angustiantes sirenas y carreras, los taxis que olvido y las discos repletas de muertos iguales a mi, cadavéricos, insomnes y perdidos. Ojalá todos las noches fueran como esas de tangos y taxis y no llenas de manchas amenazantes con formas humanas ni sueños con conejos o recuerdos íntimos con distorsión.

A tragar la última pildora del envase y una mas para dormir sin música. Mañana será otro aire, otra lluvia y otra vida.